Hoy en esta isla, había ocurrido un milagro, no sé cómo ni por qué, pero había ocurrido. Aquella luz penetrante destrozó mis ojos pero el sentimiento que provocó en mí fue de alivio, satisfacción, alegría y nostalgia por todo aquello que iba a dejar, pero que tanto me hizo perder y me hizo sufrir hasta el punto de querer quitarme la vida. Eso a lo que me refiero, esta isla maldita, o debería decir aquel maldito vuelo que cogí con tanta ilusión y que dejé con tantísima desilusión, miedo, agonía. No obstante esta maldita isla me ha enseñado a aprender a confiar en mí misma, me ha enseñado lo importante que es aprender a sobrevivir en un ambiente totalmente distinto al que estás acostumbrado, en definitiva, me ha enseñado mucho, pero vivir en una isla desierta durante más de 40 días no es forma de vivir. Aquella luz que se dirigía a mí a la velocidad de la luz, me sacaría de este infierno, me llevaría al paraíso para no despertar jamás.
Sandra Agulló
Sandra Agulló
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