El enigma de su muerte.
El primer fantasma apareció el día en que murió mi abuela, en el hospital.
Nunca supimos la razón exacta de su aparición, pero yo creo que tenía algún tipo de vínculo con mi abuela, o hasta podría ser ella. Yo me encontraba con mis amigos cuando me comunicaron la noticia de que mi abuela acababa de fallecer. Destrozado y con el apoyo de mis amigos, me dispuse a ir al hospital ya tarde. Una vez allí, mientras subía a la planta donde se encontraba la habitación en la que estuvo mi abuela, me pareció ver un reflejo en una de las habitaciones, en la habitación 23. Decidí no acercarme, pues pensé que era un enfermo y le podría molestar que entrase en su habitación. Así que continué andando. Pero vi que alguien me seguía y que susurraba mi nombre con el objetivo de detenerme. Miraba hacia atrás asustado, y en cuanto vi a una enfermera, para mi sorpresa, el reflejo de aquella persona se desvaneció. Le expliqué lo que me había sucedido pero ella no lo creyó. Seguí sólo mi camino hacia la habitación. Llegué, y en uno de los cajones de la mesilla encontré una carta. La abrí con suspense. En ella ponía: Dirígete a la habitación 23.
Tras pensarlo detenidamente, decidí hacerle caso a la carta. Una vez entré, se cerró la puerta de golpe, empecé a gritar eufóricamente pero sin resultado alguno. Mis esfuerzos por escapar fueron en vano.
Lo único que recuerdo de antes de despertarme en aquella misma camilla del hospital rodeado de amigos y familiares es la silueta de un hombre desenchufando el aparato que mantenía con vida a una paciente del hospital. Entonces comprendí que mi abuela fue asesinada, y que ella, de alguna forma, quería que yo lo supiese.
Cristina Ratero
El primer fantasma apareció el día en que murió mi abuela, en el hospital.
Nunca supimos la razón exacta de su aparición, pero yo creo que tenía algún tipo de vínculo con mi abuela, o hasta podría ser ella. Yo me encontraba con mis amigos cuando me comunicaron la noticia de que mi abuela acababa de fallecer. Destrozado y con el apoyo de mis amigos, me dispuse a ir al hospital ya tarde. Una vez allí, mientras subía a la planta donde se encontraba la habitación en la que estuvo mi abuela, me pareció ver un reflejo en una de las habitaciones, en la habitación 23. Decidí no acercarme, pues pensé que era un enfermo y le podría molestar que entrase en su habitación. Así que continué andando. Pero vi que alguien me seguía y que susurraba mi nombre con el objetivo de detenerme. Miraba hacia atrás asustado, y en cuanto vi a una enfermera, para mi sorpresa, el reflejo de aquella persona se desvaneció. Le expliqué lo que me había sucedido pero ella no lo creyó. Seguí sólo mi camino hacia la habitación. Llegué, y en uno de los cajones de la mesilla encontré una carta. La abrí con suspense. En ella ponía: Dirígete a la habitación 23.
Tras pensarlo detenidamente, decidí hacerle caso a la carta. Una vez entré, se cerró la puerta de golpe, empecé a gritar eufóricamente pero sin resultado alguno. Mis esfuerzos por escapar fueron en vano.
Lo único que recuerdo de antes de despertarme en aquella misma camilla del hospital rodeado de amigos y familiares es la silueta de un hombre desenchufando el aparato que mantenía con vida a una paciente del hospital. Entonces comprendí que mi abuela fue asesinada, y que ella, de alguna forma, quería que yo lo supiese.
Cristina Ratero
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