Me acaba de pasar la cosa más vergonzosa de mi vida. Como cada sábado venían mis padres a comer a casa y una vez más se me había olvidado por completo. Me desperté, a las doce y media por cierto, saltando de la cama al acordarme que día era hoy. Pero lo peor fue al abrir los ojos y ver que el día anterior me doy bastante pereza limpiar y que tenía la casa que parecía que había habido una guerra. Rápidamente me duché, desayuné y empecé a hacer una limpieza general en tiempo record. Era la una y media y me puse a cocinar, cosa que hice también en poco tiempo. Y justo cuando estoy ya terminando de cocinar me acuerdo de que a parte de mis padres venían unos amigos, en ese momento se me vino todo a bajo. Hice más comida y todo arreglado, o eso pensaba, porque todavía me queda quitar el polvo y eran las dos menos cinco y conociendo a mis padres estarían aquí a en punto ni un minuto más ni uno menos. Cuando estaba ya terminando llamaron al timbre. Fui a abrir y nos sentamos todos en el salón. No sabía porque cada vez que me daba la vuelta todos se reían, pero lo dejé pasar. En uno de los viajes a la cocina mi madre me acompañó y al acercarse a mí me sacó del bolsillo trasero del pantalón algo. Al parecer se me estuvo viendo el plumero todo el tiempo.
Marta Moya 3ºB
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