martes, 15 de diciembre de 2009

LITERAL XIII


La primera vez que vi a mi nuevo vecino me encerré un mes entero en mi casa y solo salía en casos extremos con una linterna en la mano. Ese hombre según lo describían los demás vecinos era silencioso, extraño y sobre todo intimidador. Yo no le di importancia al asunto hasta que un día las cotillas de mi bloque ingresaron en urgencias por un infarto,¿Qué raro? pensé yo. A la última de las cotillas que se llevaron al hospital, Doña Cotorro Fingara la oí gritar algo de ojos.¿Ojos, ojos?¿Qué ojos? Pero desde se momento me pasé una semana con la dichosa palabrita martilleando en mis oídos como un pájaro enjaulado. Decidido, al día siguiente, sin miedo(eso pensaba yo) baje a conocer al nuevo ´´vecino``.Por desgracia esa tarde unos mocosos habían roto el foco de luz que alumbraba su pasillo y puerta y le daba un aire tenebroso. Me entró un escalofrío, pero decidido llamé a la puerta. No sé qué me asustó más de él ,tal vez sus tatuajes y músculos o tal vez por la pinta que tenía de Sonic el erizo en versión gay, pero creo que lo que me hizo chillar y salir corriendo fue sus enormes ojos saltones.
Cristina López Resino

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