SUEÑO EN UNA BOTELLA
Había tenido un sueño tenebroso. Un sueño de esos, que al despertar, piensas: ¿Sigo viva? Me encontraba en mi cama como cada mañana. Se puede decir que era una chica soñadora, algo egocéntrica y muy, muy enamoradiza. Eso ha hecho que en más de una ocasión mi corazón se haya roto en pedazos. Pero bueno, creo que mis padres me ayudaron a salir adelante solo con haberme puesto un nombre: Valentina. Ese nombre me da el coraje suficiente para seguir, aunque todo parezca imposible.
Al levantarme, resbalo con un objeto transparente que atrapo desde el suelo. Una botella. ‘’ ¿Qué hace aquí una botella?’’. Quito el corcho y a continuación saco la hoja que había en su interior.
Pienso en ti cada día, cada noche, cada momento de mi vida… Siempre.
¿Qué? Genial, ahora parece que el día de los Santos Inocentes se ha cambiado a verano.
Como cada día de mi vida voy a la cocina, abro la nevera… y, ¿una botella se cae y se rompe? Genial, esto no suele pasar…
¿Otra nota? Tus ojos, tu boca y esa mirada hacen que me sienta tocando las estrellas…
Sí, y tus palabras en plan Romeo hacen que mi estómago se salga de mi boca.
Salgo de mi casa, después de suplicarle a todo lo que me encontraba por el camino que no volviese a toparme con una botella más… Pero mis súplicas no sirvieron para nada. En mi taquilla había otro objeto transparente más. Saqué la nota: ¿Por qué cada día estás más hermosa? ¿Por qué cada vez estoy más enamorado de ti?
La gente se aburre mucho, muchísimo, gastan tinta y papel a lo tonto. En serio, ¿por qué no hacen algo más productivo que hacer notar mis nervios?
En clase las horas se me hicieron eternas… Y más aún cuando llamaron a la puerta, abrieron y no había nada… tan solo una botella en el suelo. El profesor sacó la nota y la leyó en alto.
Porque todos los ángeles deberían de llamarse Valentina, y tener esos ojos cristalinos que me eclipsan.
Mis mejillas se tiñen inmediatamente de un color rojo demasiado intenso como para pasar de inadvertido… Las risas de mis compañeros hacen que abandone el centro inmediatamente. Al cruzar la puerta del instituto, sentí como me invadía una sensación de déjà vu. Y allí, encima de un coche, otra botella.
Queda poco para encontrarnos, te prometo que será mágico, como nuestra historia…
¿Qué historia? Realmente estoy empezando a ponerme nerviosa…
Al llegar a mi casa compruebo que estoy sola. Una canción procedente de mi habitación hace que me dirija allí para ver lo que sucede. No puede ser: las cartas, las notas, esa letra… Y aquel hombre parado frente a mí. Recuerdo el sueño que me había producido tantos escalofríos. Solo pude articular un grito lleno de terror.
PAULA ORDAZ
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