Una sonrisa para el resto de los días
Amanda era una chica muy alegre que quería buscar trabajo, pero no tenía idea de cual sería. Un día que estaba leyendo un libro en su parque preferido, un gran parque repleto de árboles y niños correteando y jugando por los caminos, con un gran lago en el que se sentaban los ancianos a mojarse los pies mientras se contaban historias intrépidas de su niñez. Ese gran sitio era su preferido para leer al aire libre o simplemente sentarse en un banco a pensar. Entonces se le vino una idea a la mente, pensó que podía trabajar en ayudar a algunas personas, y un día estando en el hospital con su madre que era médico, se le ocurrió que podía ayudar a alguna persona que tuviera cáncer :
La ayudaría a hacer la casa, a planchar, a fregar, además le prestaría su amistad y su tiempo para hablar y desahogarse. Podría acompañarlo a la quimioterapia y cuando se sintiese mal o recayese ella estaría allí para apoyarlo. Le encantó la idea y se entusiasmó muchísimo, debido a ello, comenzó inmediatamente a buscar en el periódico, radio, televisión … anuncios. Pero no encontró nada, entonces decidió que el anuncio lo pondría ella. Ofrecería una mano donde apoyarse y una sonrisa.
Pasó el tiempo pero nadie llamaba, pensaba que ya nunca iba a sonar ese teléfono y cuando tristemente iba a desistir de su idea… de repente sonó.
Era increíble pero cierto el teléfono que tantas horas había esperado justo delante a que sonara, estaba sonando de verdad.
Se acercó al teléfono casi corriendo y lo cogió. Era un chico, con voz joven y tímida que decía :
- Perdone, ¿hablo con Amanda?, es que he visto su anuncio en el periódico y me gustaría tener una mano en la que apoyarme como usted bien dice.
Entusiasmada y casi llorando de la emoción le dijo ella :
- Soy a quien buscas, te ayudaré con la casa y sobre todo personalmente, cuando estés mal conseguiré hacerte sacar una sonrisilla, cuando quieras llorar estaré allí y cuando estés bien disfrutaremos juntos de los minutos, horas y días.
ZAIDA PANIAGUA
Amanda era una chica muy alegre que quería buscar trabajo, pero no tenía idea de cual sería. Un día que estaba leyendo un libro en su parque preferido, un gran parque repleto de árboles y niños correteando y jugando por los caminos, con un gran lago en el que se sentaban los ancianos a mojarse los pies mientras se contaban historias intrépidas de su niñez. Ese gran sitio era su preferido para leer al aire libre o simplemente sentarse en un banco a pensar. Entonces se le vino una idea a la mente, pensó que podía trabajar en ayudar a algunas personas, y un día estando en el hospital con su madre que era médico, se le ocurrió que podía ayudar a alguna persona que tuviera cáncer :
La ayudaría a hacer la casa, a planchar, a fregar, además le prestaría su amistad y su tiempo para hablar y desahogarse. Podría acompañarlo a la quimioterapia y cuando se sintiese mal o recayese ella estaría allí para apoyarlo. Le encantó la idea y se entusiasmó muchísimo, debido a ello, comenzó inmediatamente a buscar en el periódico, radio, televisión … anuncios. Pero no encontró nada, entonces decidió que el anuncio lo pondría ella. Ofrecería una mano donde apoyarse y una sonrisa.
Pasó el tiempo pero nadie llamaba, pensaba que ya nunca iba a sonar ese teléfono y cuando tristemente iba a desistir de su idea… de repente sonó.
Era increíble pero cierto el teléfono que tantas horas había esperado justo delante a que sonara, estaba sonando de verdad.
Se acercó al teléfono casi corriendo y lo cogió. Era un chico, con voz joven y tímida que decía :
- Perdone, ¿hablo con Amanda?, es que he visto su anuncio en el periódico y me gustaría tener una mano en la que apoyarme como usted bien dice.
Entusiasmada y casi llorando de la emoción le dijo ella :
- Soy a quien buscas, te ayudaré con la casa y sobre todo personalmente, cuando estés mal conseguiré hacerte sacar una sonrisilla, cuando quieras llorar estaré allí y cuando estés bien disfrutaremos juntos de los minutos, horas y días.
ZAIDA PANIAGUA
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