lunes, 1 de febrero de 2010
BREVENTOS V
¿Sueños?
La oscuridad se lo tragó. Todo alrededor era noche. La nada, el vacío intemporal de más allá del círculo de luz se perfilaba angosto y húmedo al hombre. A cada paso que daba, un estremecimiento recorría su ser. La sensación de que una muerte súbita acechase en cada recodo del camino, tras cada roca lo acosaba, le nublaba la mente.
Avanzó escurriéndose entre las sombras. Agazapado. Rugnir en la siniestra. De vez en cuando emitía un brillo, mas ésta era la única luz que poseía el hombre.
Bum-bum. Sonaban los latidos de su corazón.
Pronto, su corazón sería el único sonido que percibirían sus embotados oídos. Salvo el del agua, que rezumaba en hilillos por las paredes, goteando para terminar tristemente en el suelo de la galería.
Porque galería era.
Las estalagmitas se rendían a los pies del hombre. Avanzó incontables horas más. Bum-bum. El sudor adhirió la ropa a su piel. Parpadeaba repetidas veces, como alejando una mala visión. Bum-bum. Las tinieblas lo llamaban silenciosamente, conminándole a seguir caminando.
El esfuerzo era cada vez mayor, y no tardó en ser sobrehumano. Casi decidió abandonar por completo la búsqueda y volver atrás. Pero algo le retenía siempre, una brasa prendía siempre su ánimo antes de tomar la decisión.
Siguió avanzando.
Según bajaba el camino, más opaca era la visión, y más estrecha la gruta. No tardó en sentir un agua empapándole las botas. Estaba ante un pequeño lago subterráneo. Se detuvo, relajando su respiración. Bum…bum…bum.
Ahora veía el brillo que estaba buscando; al otro lado del agua. Sobresalía, como pugnando con las sombras, un gigantesco montón dorado, cuyas brillantes formas no pudo distinguir aún.
Mas, algo ocurrió entonces.
Un lamento, comparable solo al grito del más desgraciado de cuantos seres pueblan la desdichada tierra desgarró el silencioso ambiente. El alma del hombre se quebró en mil pedazos al escuchar tal llamada a la desesperación. Un grito que penetraba en el cuerpo y lo sacudía por completo.
Una figura indistinta se irguió, perfilada a la luz del tesoro, allá lejos, en la caverna. Bum…bum…Se mantuvo quieta y desafiante. El hombre no pudo distinguir quién o qué era.
Pero la estela de sombras avanzó. Avanzó hacia él, como una horrible pesadilla en la que no puedes moverte y solo contemplar lo que sucede, se quedó allí, con la espada en la mano. Bum-bum bum-bum. Ahora su corazón estaba a punto de estallar.
El simiesco ser volvió a aullar, repitiendo aquel lamento horrible. Caminó perezosamente hacia el agua. La descripción de la criatura la guardo para mí, os ahorraré lo que sintió el hombre allí abajo, apenas a unos pasos de la bestia. Tan solo diré que sus ojos no eran más que dos globos blancos en una cara huesuda y carente de emociones. No, no puedo seguir describiéndolo…
La criatura gruñó y bisbiseó como una serpiente en medio de la oscuridad. El hombre no podía moverse.
Bum-bum bum-bum bum-bum.
La aberración corrió hacia él, cojeando, pero resuelta. Cada vez estaba más cerca. Nada podría detenerla ya. No se podía mover, estaba bloqueado, de pie. El otro alzó una de sus grotescas extremidades, queriendo alcanzar al hombre, y cuando por fin estuvo a la luz de la brillante espada, pudo verle la cara.
No hay razón ni lógica que pueda comprender por qué la madre naturaleza se ensañaría así con un ser vivo. Aquella criatura no era de este mundo, jamás en ninguno de vuestros sueños más oscuros presenciaréis una cara semejante a ésta.
Porque cada uno de vosotros soñará con una cara diferente. Nadie podría soportar aquellos globos blancos.
Entonces, justo después de verle la cara, como ocurre en estos casos, despertó de su sueño. Sudando, echado sobre la cama y destapado, con el corazón aún latiéndole a ritmo de tambor. Bum-bum. Se sentó en la cama y se levantó para ir al baño. Se lavó la cara sin encender la luz, aún estaba soñoliento. Después se dirigía otra vez a su cama, esta vez más calmado. Su mujer estaba dormida aún plácidamente.
Le acarició el cabello con ternura, diciéndose a sí mismo “sólo ha sido un sueño”. Se tumbó junto a ella y durmió. Al igual que en el sueño, todo fue oscuridad otra vez. Todo silencioso y tranquilo, escuchando tan sólo su corazón, latiendo esta vez acompasadamente. Bum…bum…bum… Se durmió, relajado.
Pero los sueños se repiten. Unos globos blancos parpadearon en la oscuridad, junto al dormido hombre y su mujer. Estuvo observándole un rato, para después perderse, como siempre, entre las sombras del sueño más profundo.
Por: Euridamo.
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A ver, amiguito administrador XD, que es un ¿sueño? terrorífico, por así decirlo, que esa foto del corazón es ridiculaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.
ResponderEliminarBuen blog.
jajajaja vaya vaya... que te pongo una calabera de la muerte te parece???
ResponderEliminareeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee,e,e,e,e...basta, basta. El de Sevilla sity
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