jueves, 9 de enero de 2014

SOBRE GUSTOS ESTÁ TODO ESCRITO LVII


 
Cuando Galileo demostró con su pequeño telescopio que Júpiter tenía lunas y éstas se movían, acudió a la casa romana del cardenal Cesare Cremononi, famoso matemático, y le dijo: “Monseñor, tengo la prueba de que Aristóteles está equivocado –para Aristóteles el universo no tenía movimiento-, venga a ver cómo las lunas de Júpiter se mueven”.

“Mira, Galileo- respondió atemorizado Cremononi-, la ciencia de este mundo se construyó sobre los pilares de la sabiduría aristotélica. Desde hace dos mil años los hombres han vivido y han muerto en la creencia de que la tierra es el centro y el hombre el amo del universo. A nosotros Dios nos hizo a su imagen y semejanza. Después Jesucristo bajó a la Tierra y nos dio su regalo: el cristianismo, que ha ido mucho más allá de Aristóteles, lo ha perfeccionado y espiritualizado”.

“He gastado mi vida al servicio del cristianismo, su enseñanza me ha traído paz y felicidad. Y ahora que soy un viejo y me queda poco tiempo, ¿por qué vienes a destruir mi fe en todo lo que amo? ¿Por qué quieres envenenar los pocos años que me quedan con vacilaciones y conflictos? No me lastimes, no quiero ver a Júpiter ni a sus lunas”.

“Pero ¿la verdad, Cesare, no significa nada?”.

“No, déjame, lo que necesito es paz”.

“Qué extraño, para mí la paz y la felicidad siempre han consistido en buscar la verdad y admitirla. El mundo se compone de gente como tú y yo, Cremononis y Galileos. Tú quieres que se quede como está, yo lo empujo hacia delante. Tú tienes miedo de mirar al cielo porque quizás puedas ver en él algo que desmienta las enseñanzas de toda tu vida, y yo te comprendo porque nuestra tarea es pesada y desgraciadamente hay muchos como tú, pero solo uno de nosotros es el que triunfa”.

“¿Y si triunfas, Galileo? Si te las arreglas para demostrar que nuestra Tierra es una pequeña estrella miserables como miles de otras y la humanidad es solo un puñado de criaturas aventadas al azar en una de ellas, ¿qué habrás ganado? ¿Rebajar al hombre hecho a la imagen de Dios? ¿Degradar al amo de la Tierra y convertirlo en un gusano? ¿Es eso lo que Copérnico y Kepler y tú están buscando? ¿Es esa la verdadera finalidad de la astronomía?”.

“Nunca pensé en eso –respondió Galileo-. Busco la verdad porque soy matemático y creo que cualquiera que acepte la verdad está más cerca de Dios que aquellos que construyen su dignidad humana sobre errores sin sentido”.

“Galileo, tengo ochenta y tres años, he fundamentado mi vida en una filosofía y en un modo de pensar aristotélico, déjame morir en paz”.

ELENA PONIATOWSKA ES PREMIO CERVANTES 2013.

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