miércoles, 28 de marzo de 2012

SOBRE GUSTOS ESTÁ TODO ESCRITO XXXII


SETENTA AÑOS SIN MIGUEL HERNÁNDEZ
PARA LA LIBERTAD
Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol caudal, generoso y cautivo,...
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho; dan espuma mis venas
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.

lunes, 26 de marzo de 2012

QUIJOTESCAS IX



Capítulo 25

Éste es el sitio donde el humor de mis ojos acrecentará las
aguas de este pequeño arroyo, y mis continuos y profundos suspiros moverán
continuamente las hojas de estos montaraces árboles, en testimonio y señal de
la pena que mi afligido corazón padece.
Capítulo 34

El amor, según he oído decir, unas veces vuela y otras anda;
con éste corre, y con aquél va despacio; a unos entibia, y a otros abrasa; a
uno hiere, y a otros mata; en un mismo punto comienza la carrera de sus deseos,
y en aquél mismo punto la acaba y concluye; por la mañana suele poner el cerco
a una fortaleza, y a la noche la tiene rendida, porque no hay fuerza que le
resista.

Capítulo 23

El retirar no es huir, ni el esperar es cordura, cuanto el
peligro sobrepuja a la esperanza, y de sabios es guardarse hoy para mañana, y
no aventurarse hoy.

Capítulo 25

-Ni yo lo digo ni lo pienso-respondió Sancho-; allá se lo
hayan; con su pan se lo coman. Si fueron amancebados o no, a Dios habrán dado
la cuenta. De mis viñas vengo, no sé nada; no soy amigo de saber vidas ajenas;
que el que compra y miente, en su bolsa lo siente.

Capítulo 34

Él es, según yo veo y a mí me parece, agradecido, bueno,
caballero, dadivoso, enamorado, firme, gallardo, honrado, ilustre, leal, mozo,
noble, honesto, principal, cuantioso, rico, y las eses que dicen, y luego,
tácito, verdadero. La X no le cuadra, porque es letra áspera; y la Y ya está
dicha; la Z, zelador de su de tu honra.

Selección de Laura Plaza

LITERALMENTE XXVII


Allí
estaba yo, terminando aquella maqueta de mi casa de ensueño, la cual en algún momento de mi vida desearía
tener como verdadera, en la cual pudiera vivir. Fue algo mágico, al día siguiente
de terminarla las cosas me empezaron a ir a mejor, encontré un trabajo decente,
fijo y bien pagado no como en los últimos que tuve, que no tenía ni contrato, por primera vez vi que
mi vida avanzaba en vez de estar estancada en un mismo punto, en aquella
pequeña habitación de la casa de mis padres, soñando en cómo salir de allí a
mis 27 años. Mi trabajo en la empresa fue prosperando y todavía seguía viendo
aquella preciosa maqueta encima de mi mesa de trabajo, esperando la oportunidad
de poder tener una igual. Un día sin previo aviso se presentó mi hermano con su
hijo, el cual desde que vio mi maqueta deseaba jugar con ella. Aquel día llegué
tarde y vi a mi sobrino con mi amada maqueta en las manos, al intentar
quitársela se enfadó y por impulso la
lanzó por la ventana. Vi salir mis sueños y la casa de ellos por la ventana. A
partir de aquel día todo me fue a peor, al día siguiente perdí mi empleo y toda
esperanza de independencia. Es como si al tirar aquella casa por la ventana me
halla traído la desgracia, al igual que al crearla me trajo la felicidad. Desde
aquel momento construyo otra, pero esta vez será de verdad no será de ensueño,
algo más modesta, al alcance mis posibilidades, pero la consideraré mi hogar.

Luis Pantaleón

LITERALMENTE XXVI


Tener malos humos
Mi nombre es Pepe, pero no creo que mi nombre sea algo relevante en
esta historia. Yo soy un chico normal, que tiene una vida normal y que día a
día se levanta de la cama, desayuna, estudia, come, estudia, juega al fútbol,
estudia y cena, y así cada día, como una marmota. Pero hace 3 años yo no era
una persona normal. Un día mi padre decidió echar un boleto de quiniela. Yo no confiaba en el entendimiento
de mi padre sobre temas futbolísticos pero sin saber cómo acertó quince. Quince
aciertos en la quiniela más difícil de la historia. Tres millones de euros, una
fortuna…
Mi padre decidió invertirlo, en una casa en una zona a las afueras
de la ciudad en la cual vivíamos. No era una casa normal, sino una gran casa,
increíble. Con su piscina, sus tres plantas, su chimenea…Y en que hora tendría
chimenea.
Un día normal de invierno, mi padre decidió encender la chimenea. Yo
cogí unas cartas de un ex amor mío, en las cuales se acordaba de toda mi
familia y las arrojé al fuego. Esa chimenea no tenía buena pinta…
De repente comenzó a salir humo por todas partes, malos humos se
apoderaron de la casa. Nosotros conseguimos salir entre toses, la casa no
consiguió salvarse del todo.
Está claro que unos malos humos nos habían devuelto a nuestra
anterior vida. Y, lamentablemente, no guardaré buen recuerdo de aquel amor de
verano.

Daniel Huertas López-Rey

viernes, 23 de marzo de 2012

QUIJOTIZANDO EL SIGLO, VIII



“De lo que le
ocurrió a Iñaki con dos señoritos sevillanos”

Era una mañana fresca y agradable de
primavera. La puerta del Sol de Madrid se hallaba concurrida, y en uno de sus
pequeños sitios con sombra estaba sentado Iñaki. Estaba tranquilo, sosegado, en
paro. El pobre no tenía nada en lo que pudiera trabajar y era el último mes que
cobraba el subsidio. Había algunos que le llamaban loco, otros, luchador, los
más malos, demente. Y en parte lo era, porque su frase favorita era “cerdo burgués”.
Era muy crítico con el consumismo del siglo veintiuno y defendía a muerte sus
ideales perro-flautas. Le gustaba estar en Sol, porque, según los innumerables
artículos del Veinte minutos que había leído, allí se había originado la mayor
de las revoluciones contra los banqueros y políticos en España.

Iñaki, como de costumbre estaba en su quietud,
observando el panorama matinal, cuando de repente le sobresaltó no una, sino
dos voces chulescas de dos hombres que a su parecer eran sevillanos. El joven
se acercó y acechó durante unos instantes, tiempo suficiente para que esos dos
sujetos, dijeran un parlamento que incomodó bastante a nuestro protagonista:
-Me parece a mí, Tomás, que este Madrid es
bello y agradable, bohemio y extravagante a la vez, el único defecto que le
encuentro es que no tiene un buen club náutico.
-A falta de clubes náuticos, Pepe, buenos son
campos de golf, y una chapita del club del gourmet de esa cafetería tan buena
que hemos visitado.
Y escuchando esto no tuvo otro remedio Iñaki
que saltar al lado de esos dos hombres y comenzar un parlamento que
difícilmente podrán los señoritos olvidar.
-Mucho club náutico y mucho mamoneíto tienen
ustedes. Este Madrid es inigualable, pues ese espíritu de rebeldía que en estos
tiempos lo recorre no son menos que admirables. Revolución es lo que hace falta
, valor y ganas. Asustaros deberíais agentes del consumismo y capitalismo, que
yo soy Iñaki de Molina, mas conocido como el “Joven de flauta sin perro”, estoy
sindicalizado y defiendo y lucho por los derechos de los que trabajan.
Anonadados y confundidos los dos señoritos
sevillanos se pidieron unas cañas y unos montaditos. Y decidieron divertirse un
poco con aquel hombre, claro ellos desconocían hasta entonces lo que era Madrid
y la cantidad de personajes variopintos que en aquella ciudad convivían.
-¿Que te parece, Tomás, que disfrutemos de
unas cañas con este nuestro nuevo amigo?
-Simplemente, me parece.
En poco tiempo, trajo el camarero un par de
jarras de cerveza y algo pequeño que debería de ser el supuesto tentempié.
-Cuéntenos más- dijo Pepe- ¿por qué lleva
usted esta vida?
-No la llevo, la cargo a las espaldas, por que
me pesa. Vivo con mi madre, una pesada, a mi padre poco lo veo, pues es
taxista. Pero esta plaza es un rincón para mí de tranquilidad.
Iñaki se levantó, se giró y les mostró todo el
esplendor de aquel lugar. Hubo pasado un segundo, cuando los dos sevillanos
corrían que se las pelaban hacia una de las calles afluentes a la plaza. El
joven gritó tres palabras, y comprendió lo que pretendían. Se bebió el culillo
de cerveza que aún quedaba, también los restos de aquel montadito. Sobresaltado
por los gritos, apareció el camarero.
-La cuenta, por favor. - dijo Iñaki, y siguió-
Hay que joderse, vienen, comen y disfrutan y al final siempre lo mismo... siempre pagamos, trabajadores y jóvenes ilusionados, que intentamos conseguir
en la vida aquello que nos proponemos,
los problemas que ricos y políticos ocasionan.
Es pesado, pero es
real y no podemos seguir así.

Jesús Carreras.

LITERALMENTE XXV


Era un día frío y desapacible, mi mujer y yo llevábamos hora y media
de viaje de vuelta a casa, tras haber pasado el fin de semana en su pueblo. Los
árboles sin hojas abundaban por ese paisaje de campo, todo parecía tranquilo,
cuando de repente, mi esposa, me agarró fuertemente del brazo, sin mediar
palabra alguna. Me soltó, pero a los pocos segundos volvió a agarrarme con más
fuerza aún, gimiendo de dolor. Faltaría decir que estaba embarazada de ocho
meses y medio, pero no salía de cuentas hasta diez días después. Acababa de romper
aguas, y no había hospitales cerca de allí. Intenté que se tranquilizara pero
me di cuenta de que ya era demasiado tarde para ir a ningún sitio. Detuve el
coche en mitad del campo, y decidí actuar, ya que no tenía ninguna otra opción.

Coloqué a mi mujer en el asiento trasero, y “la puse a parir”. Ella
no dejaba de chillar, y yo estaba muy nervioso, pero pasado un rato todo finalizo,
cogí a mi hijo en brazos y se lo entregué a su madre, llamé a una ambulancia y
cuando vino, se les llevaron a un hospital cercano. De camino al lugar, pensé
que el joven Miki no podía haber nacido en mejor momento.

Daniel Calvo

LITERALMENTE XXIV

Listo?

Aquel
sucio internado alejado de la mano de dios era la prueba, había desperdiciado
mi vida, no servía para nada, y me dejaron en él abandonado a mi suerte... O
eso es lo que pensaba hasta que un día, buscando entre los polvorientos libros
de la biblioteca encontré un viejo Quijote. Lo abrí por una página al azar y
encontré la frase que me inspiró, y que me llevaría hacia la solución a mi
ignorancia... o a la locura?

La
parsimonia de los pasillos del internado se rompió tras la desaparición del profesor
de Historia. Nadie sabía qué había sido de él. Pero no fue el único caso, en
los días siguientes ocurrió lo mismo con los de Matemáticas, Filosofía y
Biología. Yo, sinceramente, me sentía igual que siempre, y empezaba a dudar de
que esa fuese la solución. Absorto en mis preocupaciones, ajeno a los problemas
del internado, seguí pensando la solución.

Durante
meses, alumnos brillantes desaparecieron sin dejar rastro aparente, y dada la
incomunicación del internado, no se había informado a nadie sobre lo
ocurrido...

Desde
luego, empecé a notar cambios en mí, tal vez empezaba a dar resultado aquello,
no sé qué era pero me sentía diferente, tal vez más listo que hace meses o tal
vez no...

El
agente Frank Tenpenny tiró abajo la puerta y encendió la linterna. El internado
estaba oscuro, después de años vacío. Cuando llegó a la biblioteca quedó
horrorizado. Cientos de cuerpos, descompuestos en el suelo, y sobre ellos, uno
que no debía de llevar mucho tiempo muerto. Siguió alumbrando con la linterna
hacia la pared y no pudo evitar sentir como se encogían sus tripas. Estaban
completamente manchadas de sangre, y miles de veces escrita la frase "con
sangre, la letra entra". Siguió mirando hacia el techo y fue cuando de
verdad notó el dolor en sus entrañas, pero esta vez, lo habían atravesado con
un cuchillo... El cuerpo aún no estaba muerto.

-Por
fin soy listo... ¿o no?-

Alejandro López Bermejo

jueves, 22 de marzo de 2012

QUIJOTESCAS IX

Salvador Dalí

cap. IX

Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron
el nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de
hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna,
sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de
“tuyo” y “mío”. Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes; a nadie le
era necesario para alcanzar lo ordinario sustento tomar otro trabajo que alzar
la mano y alcanzar de las robustas encinas, que libremente estaban convidando
con su dulce sazonado fruto.
cap. XVIII

Sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro si no hace más que
otro. Todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de
serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas; porque no es posible que
el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho
el mal, el bien está ya cerca. Así, que no debes congojarte por las desgracias
que a mí me suceden, pues a ti no te cabe parte de ellas.
cap. XXV

Este es el lugar, ¡oh cielos!, que diputo y escojo para llorar la
desventura en que vosotros mismos me habéis puesto. Este es el sitio donde el
humor de mis ojos acrecentará las aguas de este pequeño arroyo, y mis continuos
y profundos suspiros moverán a la continua las hojas de estos montaraces
arboles, en testimonio y señal de la pena de mi asendereado corazón padece ¡oh
vosotros, quienquiera que seáis ,rústicos dioses que en este inhabitable lugar
tenéis vuestra morada ,oíd las quejas de este desdichado amante, a quien luenga
ausencia y unos imaginados celos han traído a lamentarse entre estas asperezas,
y a quejarse de la dura condición de aquella ingrata y bella, término y fin de
toda humana hermosura!
cap. XXXI

Porque vean vuestras mercedes cuán de importancia es haber caballeros
andantes en el mundo, que desfagan los tuertos y agravios que en él se hacen
por los insolentes y malos hombres que en él viven, sepan vuestras mercedes que
los días pasados, pasando yo por un bosque , oí mis gritos y unas voces muy
lastimosas, como de una persona afligida y menesterosa; acudí luego, llevado de
mi obligación, hacia la parte donde me pareció que las lamentables voces
sonaban y hallé atado a una encina a este muchacho que ahora esta delante.

selección de Luis Pantaleón.

QUIJOTIZANDO EL SIGLO, VII



Lo que le sucedió
al ingenioso y moderno hidalgo en este nuestro siglo XXI.

Don Quijote y Sancho se preparaban para una nueva
aventura por las calles de Madrid. Después de haber luchado contra gigantes,
ladrones, haber salvado a personas y doncellas en apuros y haberle nombrado
caballero andante, nuestro don Quijote seguía con su locura, y los libros de
caballería como Tirante el Blanco o Amadís de Gaula le empujaron
a buscar nuevas aventuras en un mundo totalmente diferente al que era antes.
Partieron desde Toledo él con su caballo Rocinante,
y Sancho con su asno. Estuvieron varios días de viaje, ya que era un duro viaje
muy pesado hasta Madrid, la capital de España, donde don Quijote siempre deseó
ir. Como siempre, en esta aventura se encontraron cosas extrañas y nuevas para
este nuestro hidalgo. Veían carreteras, autopistas llenas de coches. Don
Quijote, debido a su imaginación pensaba que esos coches eran caballos
corriendo, como si quisieran dirigirse a algún sitio, y las personas que lo
montaban eran caballeros andantes, que iban en busca de aventuras y sus
doncellas, los copilotos eran sus escuderos, como Sancho. Éste se ilusionó a
ver mas personas como él, ya que pocas veces los había visto y pensó que alguno
podría dirigirse a Madrid como él. Le dijo a Sancho de hablar con alguno de
ellos, éste, que sabía perfectamente la locura de su señor don Quijote y que
eran coches y no caballos, no le pareció buena idea, pero su don Quijote era
demasiado cabezón y se dirigió hacia ellos. Intentó hablar con alguno, pero
iban demasiado deprisa y nadie le hacía caso. El hidalgo se sintió ignorado, se
enfureció mucho y empezó a gritar y a maldecirlos por ser tan maleducados y no
hacer caso a un caballero como él. La gente de los coches que pasaban no podían
contener la risa al ver a un hombre en medio de la autopista con armadura,
lanza y escudo montado en un caballo. Don Quijote se sintió humillado por esos
caballeros así que Sancho le convenció para que siguiesen su camino diciéndole
que simplemente eran escuderos aprendiendo a montar a caballo. Don Quijote se
lo creyó y decidieron irse para no hacer
más el ridículo que estaban haciendo.
Después de andar un buen rato, calló la noche, y
buscaron sitio para descansar. Vieron a lo lejos una posada según don Quijote,
éste estaba convencido de que los dejarían pasar la noche allí y así podrían
descansar. Se dirigieron a la gasolinera, que era lo que realmente había.


Don Quijote al entrar pensó dónde podrían estar las
habitaciones para que los forasteros pudiesen descansar, y les extrañó que
fuese una posada tan pequeña, pero estaba seguro, ya que fuera había caballos
atados descansando y bebiendo agua. Así que preguntó al dueño de la posada.
Éste al oír sus palabras y ver su vestimenta no pudo evitar reír, pero don
Quijote se enfureció tanto que empezó a montar un escándalo en toda la
gasolinera y el dueño llamó a la policía para que se llevasen a esos dos locos.
Don Quijote al ver a la policía, pensó que eran unos
ladrones amigos del ventero y querían robarlos e intentó resistirse. Como ya
estaban cerca de Madrid la policía los llevó a una comisaría de allí. Ninguno
de los dos llevaban documentación y don Quijote no hacía más que decir “Como
osáis malditos ladrones arrestarme y robarme a mí, caballero andante de la Mancha”
La policía habló con Sancho ya que parecía tener la
cabeza mejor puesta, y este les contó la historia de su locura debido a los
libros de caballería. La policía no podía creerlo, y llamo a sus familiares.
Esa noche la pasaron en el calabozo, pero al día siguiente, el cura y el
barbero del pueblo fueron a buscarlos y pidieron perdón a la policía por la locura
de don Quijote. De camino ya a Toledo, antes de salir de Madrid, pasaron por un
centro comercial. Don Quijote no había visto nunca un castillo tan grande, que
era lo que en su imaginación veía, y quiso pasar de inmediato. Salió corriendo
hacia ese castillo, y el barbero, Sancho y el cura salieron tras él. Al entrar,
vió a muchas doncellas, caballeros, infantes, gente que trabajaba en el
castillo, y de repente se encontró con su amada Dulcinea. Se acercó a ella y
empezó a declararle su amor y a contar las hazañas que había echo por ella.
Aldonza Lorenzo, que era como en realidad se llamaba, se había marchado del
pueblo para trabajar en Madrid. Sabía perfectamente quién era Don Quijote y la
locura que tenía y se alejó rápidamente, como si no le conociese de nada. Este,
triste y dolorido regresó a Toledo con Sancho y sus acompañantes, y allí le
hicieron ver que los libros de caballería le habían echo perder la cabeza y que
estaban en el s.XXI.
SANDRA JAÉN

LITERALMENTE XXIII


CRÍA CUERVOS Y TE SACARÁN LOS OJOS
Ahí iba yo a comprar media docena de cuervos para criar en mis
tierras.
Para espantar aquellos males
que quisieran adueñarse de mi ser.
Ellos los espantarían y nunca
volverían cerca de mi morada.
Me advirtieron de su peligro,
pero también de su eficacia.
Debía alimentarlos cada ocho
horas con sumo cuidado en su jaula.
Uno de ellos me llamó especialmente la atención, su mirada quería
decirme algo, no sabía qué.
Entonces fue cuando decidí adentrarme en su jaula para ver si me
transimitía algo,
cuando de repente todos ellos empezaron a atacarme . No veía nada.
No encontraba la puerta.
Sentía picotazos por todo mi cuerpo. Conseguí salir a tientas de ese
infierno, lo que no me esperaba es encontrarme con otro.
Sentí un gran dolor en mis ojos. No veía nada. No podía creerme que
me los hubieran sacado a picotazos.
Era imposible, pero sudeció.
Ahora estoy aquí sentada en mi sillón de suave terciopelo, con olor
a café recién hecho, contando mi historia a un par de desconocidos.

Sara Gómez

LITERALMENTE XXII


RECORDAR, EN OCASIONES, NO ES BUENO



Nunca. Nunca pensé que eso fuera posible. Un día soleado en una
feria cualquiera. Atracciones de todo tipo. Una, especial. Recuerdo de mi
primer beso, con él, en aquella montaña rusa.



Me acerqué para recordar aquellos tiempos en los que no había
preocupaciones pero algo me distrajo. Veía a la gente salir de allí con una
cara extraña. Pálidos. Con las manos en la boca y corriendo de un lado a otro.
¿Qué pasaba?



Me quedé observando pero no conseguí saber qué ocurría. Como yo
había ido allí para recordar buenos momentos, decidí montarme, esta vez sola.
Cuando empezó a caminar aquél vagón se me escaparon unas lágrimas, fue todo tan
bonito. Al tiempo me di cuenta que no estaba llorando de tristeza, ese cacharro
iba demasiado rápido y me lloraban los ojos. No me encontraba bien, había
demasiadas curvas. Para arriba, para abajo.¿Eso no iba a parar nunca?



Por fin la atracción se acabó. Bajé en menos de un segundo, más
blanca que la nieve. Corriendo me fui detrás de un coche. Nunca pensé que
alguien pudiera echar las tripas por la boca.

Estefanía Ferrera

domingo, 18 de marzo de 2012

SOBRE GUSTOS ESTÁ TODO ESCRITO XXXI



“Les
contaré cómo sobreviví. Les contaré que, cuando tengo una mala mañana, me
resulta imposible disfrutar de nada porque temo que me lo quiten. Entonces hago
una lista mental de todas las muestras de bondad de las que he sido testigo. Es
como un juego, repetitivo, incluso algo tedioso después de más de veinte años.
Aún así, sé que hay juegos
mucho peores”

Alejandro Rodríguez Mena.

martes, 13 de marzo de 2012

QUIJOTESCAS IX

Marc Chagall


No era diablo, sino un encantador que vino sobre una nube, después
del día que vuestra merced partió, y, apeándose de una sierpe en que venia
caballero, entró en el aposento, y no sé que lo que se hizo dentro, que a cabo
de poca pieza salió volando por el tejado, y dejó la casa llena de humo; y
cuando acordamos a mirar lo que había hecho, no vimos libro ni aposento alguno;
sólo se nos acuerda muy bien a mí y al ama que, al tiempo del partirse aquel
viejo, dijo en voces muy alas que, por enemistad con el dueño de los libros y
aposento, dejaba hecho el daño en aquella casa que después se vería. (La
sobrina de don Quijote)
-o-o-o-

Por cierto, hermano cabrero, que si yo me hallara
posibilitado de poder comenzar alguna aventura, que luego me pusiera en camino
porque vos la tuviérades buena; que yo sacara sin duda alguna del monasterio ,
donde debe estar contra su voluntad Leandra, a pesar de la abadesa y de cuantos
quisieran estorbarlo, y os la pusiera en vuestros brazos, para que hicierades
della a toda vuestra voluntad y talante, guardando, pero, las leyes de la
caballería, que mandan que a ninguna doncella se le sea fecho desaguisado
alguno.(Don Quijote hablando con un pastor).

Alberto Montes

QUIJOTIZANDO EL SIGLO, VI

Don Quijote caballero,
Don Quijote el soñador,
Don Quijote un pobre viejo
que vivía sin razón.
Rocinante era su caballo
Y Dulcinea su Dios.
Este sencillo hidalgo
vivía de una ilusión
en la que él mismo pensaba
que era un gran ganador,
ganador de mil batallas
ganador de su gran amor.
Mil historias el vivió
todas con mucha pasión.
No todo era alegría
también había algún traidor,
su nombre no quiero
pues es de mala educación.
Demos gracias al héroe
que dio vida al mundo español.

Laura León

LITERALMENTE XXI


De repente noté un fuerte ardor por todo el cuerpo, aunque la
principal era mi mano. Recordé cómo había llegado hasta esa situación. Unos
meses antes había conocido a Lucía, de la que me había enamorado por completo.
Lucía se había mudado a mi ciudad, Barcelona , por motivos familiares. Su padre
había fallecido hace poco y su madre quería empezar una nueva vida, en un lugar
donde poder olvidar y desconectar.

Lucía era una chica especial, no solo físicamente (aunque era obvio
que sí) sino por sus pensamientos internos, debido a su reciente situación.
Pensaba que la vida no consistía en todo lo que tenía o lo que valía
económicamente todo eso, sino en el valor personal que tú querías darle. La
admiraba de veras. Aunque ella no solía darle valor a nada, ni económico ni
personal. Bueno sí, había una cosa a la que si que le daba valor: lo único que
le había dejado en herencia su padre, un colgante con forma de corazón , con
unas letras grabadas: ''Pase lo que pase''. No debía de valer demasiado
económicamente, pero siempre lo llevaba, era lo único que le quedaba de él.

La noche de San Juan, estábamos en la playa en una fiesta de la
universidad. Lucía siempre llevaba el colgante puesto y Almudena le preguntó
por él. Lucía se lo quitó para enseñarle lo que llevaba grabado. Cuando de
repente llegó Cristian y con su típica borrachera lo tiró al fuego. Todos nos
quedamos petrificados. Pero reaccioné a tiempo. Corrí a buscarlo. Mi mano en el
fuego. Por Lucía. Por su padre. Y por el imbécil de Cristian, siempre metiendo
la pata... El resto os lo podéis imaginar, quemaduras de tercer grado y una mano
izquierda un poco debilitada... Pero conseguí su colgante.

NOELIA FERNÁNDEZ

DI VERSOS CON VERSOS L

Blanco no, gris o negro

Tu conciencia,

que no deja caminar,

cuando queremos pasar,

por encima de los demás.


En muchas cosas se parecen,

aunque a ellos no les parezca.

Para desgracia del mundo,

lo que más tienen en común,

es que unos se creen superiores a otros.


¿Acaso importa blanco o negro,

si lo que queremos es un mundo menos negro?


Airam Afais

lunes, 12 de marzo de 2012