Perdón, en otro mundo habito
donde de las reglas soy dueño
ahuyentando el sueño repito:
sueño soñando que no sueño.
Los párpados piden clemencia
cuando el lucero se oculta,
dejo de sentir a conciencia
el cantar de las aves nocturnas.
Rehuyo el murmullo
oyendo el barullo
que el año no atañe
en una tarde de otoño.
De ruidos y olores teñido,
por humo y asfalto cegado,
con balas de risa herido,
por yeso y papeles aislado.
PABLO DEL RÍO
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