lunes, 16 de diciembre de 2013

LUCANORES III

 
De lo que pasó a un salmón que quiso remontar el río

Llegó la pequeña Martina a casa de su abuela Remedios, con las chapetas encendidas y las dos coletas rubias saltando graciosas sobre sus hombros. Como siempre, la niña traía una gran duda para que su abuela le diera una de sus grandes respuestas.
Se sentó sobre sus piernas y se cruzó de brazos, mosqueada.
—Abuelita, nunca comprenderé por qué mis amigas llegan tan fácilmente a la rama más alta del peral, y yo no alcanzo ni una pera por mucho que lo intente.
—Bueno —intervino la abuela—, tampoco el salmón sabía por qué no conseguía superar el salto del río como sus compañeros.
La pequeña Martina rogó a su abuela que le contase aquella historia.
Ella le habló de un pequeño salmón que había nacido en el río y que ahora vivía en el ancho mar. Ese salmón quiso un día remontar el río en el que nació para desovar. Todos los salmones juntos subieron y subieron por su cauce, hasta que llegaron a la parte más complicada. Uno a uno, fueron saltando el desnivel que los separaba de su meta. Pero entonces, cuando el pequeño pez fue a alcanzar al grupo, se vio en el aprieto de que no conseguía alcanzar suficiente altura para el salto, porque sus aletas aún eran muy pequeñas. Pese a que saltó y saltó, no consiguió pasar.
Al ver el salmón que su esfuerzo era en vano, decidió regresar de nuevo al mar y dentro de un mes, cuando hubiera crecido del todo, volvería a remontar el río para desovar al fin.
Así, este salmón se convirtió en un robusto pez que alcanzó el mismo nacimiento del río sin problemas, y depositó sus huevos en lo más alto, donde ni siquiera sus amigos habían conseguido llegar.
—Así que, Martina, aprende de este pececillo y sé paciente; tú eres pequeña aún, y la menudez sólo se cura con el tiempo. No te obceques si hoy no te sale. Ya verás cómo mañana sí.
La pequeña Martina abrió una amplia sonrisa en el rostro, le dio las gracias a su abuela y le plantó un beso bien fuerte en la mejilla. Al día siguiente se juntó con sus amigas y les relató aquel cuento. Al final, añadió la siguiente cancioncilla:

Mal se hacen las cosas cuando algo es precipitado;
espera al mejor momento y obtendrás buen resultado.
 
CARMEN CARRERAS 3ºB

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