miércoles, 10 de noviembre de 2010

RECOMENZAMOS XVIII


El primer fantasma apareció el día en que murió la abuela en el hospital. Aquel día todos estábamos entristecidos. Mi madre abrazada a mi padre y mis hermanos y yo abrazados a los lados de los lados en forma de piña. Algo me estremeció, fue como si me estuviera dando de lleno una corriente de aire, levanté la mirada y le vi impasible mirándome con aquellos ojos que te ponían los pelos de punta. Yo al verlo me retiré de mi familia, en ese momento aquel personaje me hizo una señal para que me acercara, y como si hubiese sido poseída me fui acercando cada vez más a él.
Cuando estuve a su altura me miró fijamente y me dijo que necesitaba mi ayuda, yo tenía que ayudarle, ¿pero cómo? Si él era como un humo con forma. Me dijo que tenía una cuenta pendiente, esa cuenta pendiente era con un gran amigo, un amigo de toda la vida desde que eran niños y jugaban en aquel parque destartalado de sus casas.
Juan, que así se llamaba el amigo, debía de haber recibido una carta de Pedro, (el fantasma) y que era de suma importancia porque en ella se explicaba (en la carta) el lugar donde se encontraban un tesoro que años atrás habían encontrado juntos y que por circunstancias de la vida dejaron de hablarse y ahora que Pedro había muerto era necesario hacerle llegar esa carta para que Juan pudiese saber dónde estaba escondido el tesoro y para que pudiera pagar el impuesto de entierro que debía al ayuntamiento.

Cristina Lucas
.

No hay comentarios:

Publicar un comentario