jueves, 3 de diciembre de 2009

LITERAL VII


Una sala de espera, algo floreada.

Ayer el hombre más simpático, pero a la vez, mas mayor del pueblo, me dijo que tenía una enfermedad ,algo fría y amarga y que el día veinte ,iba a ser operado ,yo tenía confianza con ese hombre ,ya que era íntimo amigo de mi abuelo. Cuando se acercó el día de la operación, su mujer y su familia esperaban en la sala de espera. Mi abuelo llegó con más amigos y, tanto estos como mi abuelo, creían haberse vuelto locos.
Mi abuelo decía ver en aquellas personas, dibujos floreados en su piel, tantos como dos ramos de flores esparcidos por el cuerpo, la mujer tenía margaritas, tulipanes, lilas y rosas dibujadas en sus brazos.
Pedro, el amigo de mi abuelo, que le acompañaba, decía que la mujer tenía como hobby los tatuajes, como su hija y que eran imaginaciones de mi abuelo que las venas y los nervios de aquellas personas dibujaran flores en su piel.
Pero, solo tuvieron que esperar dos horas, para que yo llegara y salieran de dudas, la familia no tenia como hobby los tatuajes, si no provocado, por la tensión en el ambiente, tenían los nervios a flor de piel.
Raquel Garrido.

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