domingo, 24 de octubre de 2010

RECOMENZAMOS VII



Mala Suerte Juan

¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? Gritaba sin ningún sentido asustado sin saber dónde estaba. Por la puerta entró un hombre alto con unos 50 años y una bata blanca que poseía una chapa con el nombre de Nico, pero lo que me asombró era una cicatriz que tenía en medio de su cabeza sin pelo y reluciente como una bombilla. Me habló con un gesto de caricatura preguntándome: ¿ya te has despertado? Asistí con una sonrisa de bobo, como si supiera cuál era mi situación. ¿Bueno podrías decirme tu nombre? Me preguntó el hombre, sí claro ¿pero quién eres? Soy el doctor Nico, me encargaré de usted, contestó. ¿Doctor? Me pregunté a mí mismo. Qué hago en el hospital. Le contesté a su pregunta. Me llamo Juan. Bueno, Juan ¿cuántos años tienes? Tengo 35 años le contesté. En voz baja como si fuera para sí mismo, pude escucharle diciéndose: qué pena. Entonces caí en la cuenta, estaba en el hospital seguro que cuando dormía tuve un accidente de coche y… mi hija, mi mujer, ella era la que conducía, ¿dónde están? dije a Nico. El doctor contestó: no, tu mujer e hija están... pero… se calló y no terminó la frase. Se escuchó una voz grave y altísima, pero deliciosa para mis oídos diciendo: tu mujer e hija están bien hijo mío, tú eres quien está… Me asusté mucho apareció una persona entrando, cubierta de una luz hermosa y a la vez me sorprendió. Me dijo con una dulzura aquel hombre altísimo, hola Juan, soy yo, Dios.

Héctor Sánchez

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