miércoles, 23 de junio de 2010

OBJETORES VII


Las horquillas negras

Un día como otro cualquiera, la chica del 7º piso se peina y hace las cosas que siempre hace, pero en este caso se pone unas horquillas en el pelo porque hacía calor y de repente empieza a gritar. Era porque las horquillas se habían introducido en el cerebro manejándola como si fuera un pelele, entonces al final no salió de casa por el dolor que tenía de cabeza. Al día siguiente le pasó lo mismo pero esta vez sí que salió de casa, pero un poco desorientada debido a los daños producidos por las horquillas .Cuando llegó al trabajo se sentó en la silla sin decir ni hola debido a que las horquillas le habían secado el cerebro. Cuando llegó un compañero para decirle una cosa del marketing no le hizo ni caso, bueno es que ni parpadeó los ojos, entonces el compañero se asustó y se fue corriendo al despacho del jefe. Al salir del trabajo se encontró con su marido al que tampoco saludó ni nada. El hombre se quedó extrañado ya que hasta la puerta de casa no le habló solo le hablo para pedirle agua ya que era debido a que secaba el cuerpo para que las horquillas vivieran .Entró en la casa, la mujer le dijo a su marido que se pusiera una de las horquillas pero el no quiso hacerlo ya que notaba algo raro en ella debido a que no era la de siempre. Cuando durmieron juntos el marido aterrorizado se levantó de la cama ya que le parecía rara su mujer y se fue al sofá ,por la mañana se levantó la mujer con otra sutileza ya que parecía que era ella misma ya que le dio un beso a su marido y le saludó y todo. Después de salir de su habitación con su pelo recogido y muy guapa le pasó lo mismo que el anterior día como si le hubieran absorbido el cerebro las horquillas que se puso. Al final la llevaron al medico porque la causa eran que las horquillas se habían introducido dentro del cráneo y lo cual la tuvieron que operar . Consiguieron sacárselas pero por culpa de las horquillas le quedaron secuelas debido a que se quedó una de las horquillas incrustada en el bulbo raquídeo y por miedo a que quedaran secuelas graves la dejaron allí, lo cual eso para el marido no le gustaba ya que su mujer cuando la horquilla quería no era ella misma sino como un ser sin funciones vitales.

Eduardo Crispín

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