martes, 10 de noviembre de 2009

KAFKAMONÍAS VI



EL HOMBRE AVISPA

Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana de su inquieto sueño, se encontraba en la cama convertido en un insecto gigante. Tenía un aspecto de avispa. Alas extremada-mente grandes, de unos tres metros, cefalotórax del grosor del tronco de un árbol y un aguijón bien puntiagudo. Se sorprendió al ver tal aspecto tan espeluznante. ¿Cómo iba a salir a la calle con ese aspecto? ¿Qué le diría la gente? Gregorio, mejor dicho, Grego, intentó levantarse lo mejor que pudo, pero todo el cuerpo le pesaba. Hasta las alas le pe-saban, así que decidió salir de su habitación arrastrándose hasta el salón para vestirse, pese a que la ropa no le cabía, así que decidió irse a trabajar directamente. Después de bajar las escaleras que, por cierto, bastante trabajo le costó, logró llegar hasta el portal y, cuando se dispuso a poner rumbo a su lugar de trabajo, olvidó una cosa: podía volar. Intentó alzarse al vuelo pero, al ver que le pesaba todo el cuerpo, no fue tan fácil como creyó. Le costó un poco estar en el aire pero lo consiguió. Lo que más le sorprendió a Grego era la forma de batir las alas: como sus alas se batían vertiginosamente y era bastante grandes, echaba unos vientos como si diez ventiladores estuviesen en funciona-miento. Finalmente llegó por fin al trabajo pero, pasaba algo raro, muy raro. Fue hacia la sala de reuniones y la gente ni se percataba de que había una avispa gigante delante de sus narices. Ellos creían que Grego no había venido. Pasó el día entero inadvertido, la gente no sabía que él estaba allí. Lo sorprendente es que, cuando se fue a dormir, sentía como si estuviera sufriendo una metamorfosis: le salían brazos, piernas… Y de pronto abrió los ojos. Se quedó quieto en la cama. Se miró por todo el cuerpo y, rápidamente, se dio cuenta de algo: era todo un sueño.

Alberto Sam Yeck

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