martes, 10 de enero de 2012

POR PRINCIPIOS LVI


Se
había convertido en un acontecimiento anual, hoy el destinatario de la flor
cumplía ochenta y dos años. Aquello por lo que un día opté por hacer año tras
año. Él amaba tanto a las flores como una madre puede amar a su hijo, me hacía
feliz al ver desde mi casa, al otro lado de las paredes de la casa del mismo,
cómo cuidaba aquel jardín en el que empleaba tantas horas al día, Él lo llamaba
su jardín. Durante años no he sabido cómo declararle mi amor, no he conseguido,
encontrar o acertar con las palabras claves para decírselo, y por eso llevo así
tantos años, mandándole una flor por su cumpleaños y viéndole disfrutar al
plantarla junto a las demás, eso es lo único que he logrado hacer hasta ahora a
parte de saludarle y decirle buenos días al cruzarme con Él por la acera o la
manzana. Sí puedo llegar a considerarme su admiradora secreta. Después de 42 años,
2 meses y 16 días que le vi por primera vez y me enamoré perdidamente de Él, creo
que ha llegado el momento de poder llegar a demostrar lo que hay dentro de mí,
aquello que he guardado durante tantos años.

Yohara Valenciano

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