sábado, 8 de mayo de 2010

MANUAL DE INSTRUCCIONES XIV


Instrucciones para comprar en un Starbucks


Entrar en el establecimiento con dos, tres amigas o alguna más, si lo prefieres también puedes hacerlo sola o con tu chico. Cuando sobrepasas el umbral de la puerta, esa gran puerta que te produce un orgasmo de deliciosos olores, te sientes flotando casi en una nube de éxtasis de felicidad y avanzas al mostrador sin saber apenas, porque mientras estás en la cola, esa interminable pero esperada aglomeración de personas deseosas de degustar aquellos increíbles pero ciertos manjares con los que puedes acompañar tu café, miras el gran cartel donde te especifica las opciones que tienes y de que están hechas y después de una gran disputa en tu interior por si debes probar algo nuevo o el clásico de siempre. Al fin, cuando la dependienta te ha preguntado por segunda vez, te decides a probar algo nuevo y lo pides consecutivo, entregas el dinero necesario para ello, te da las gracias (depende de cómo le haya transcurrido el día) y tienes que esperar unos minutitos hasta que te lo preparan. En esos minutos en lo único que puedes pensar es en el café y de repente y sin previo aviso oyes tu nombre ,levantas la cabeza y ves aparecer un gran vaso de plástico blanco recubierto con un cartón en el que se puede reconocer el emblema del starbugs. Te acercas con una sonrisa enorme a la mesita donde puedes echarte leche fría si está demasiado caliente, también te echas uno o dos chorritos de azúcar y si quieres cambiarle ligeramente el gusto con algún matiz puedes echarle vainilla, chocolate o canela en polvo, según tu gusto . Cuando ya está a tu gusto coges un palito para ayudar al café a disolver los condimento posteriormente vertidos por ti y te acercas a la mesa más cercana para disfrutarlo. Entonces abres la tapa del café y das un sorbito ridículo y apartas tus labios del vaso a gran velocidad poniendo una mueca porque te has quemado, pero lejos de cabrearte soplas un poquito y vuelves a dar un traguito y durante la conversación o con un gran libro en solitario, te das cuenta cuando vas a beber que la última gota de ese gran café pasa por tu gaznate hasta el estómago. Entonces es cuando te levantas lentamente y sales por el umbral alejándote de ese gran aroma, te despides de este paraíso sin decir nunca adiós simplemente, dices hasta luego, porque piensas volver en cualquier momento.

ZAIDA PANIAGUA

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