viernes, 27 de abril de 2012

QUIJOTESCAS, XIV



Naturalmente eres cobarde, Sancho –dijo don Quijote–, pero,porque no digas que soy contumaz y que jamás hago lo que me aconsejas, por estavez quiero tomar tu consejo y apartarme de la furia que tanto temes; mas ha deser con una condición: que jamás, en vida ni en muerte, has de decir a nadieque yo me retiré y aparté d’este peligro de miedo, sino por complacer a tus ruegos;que si otra cosa dijeres, mentirás en ello, y desde ahora para entonces, ydesde entonces para ahora, te desmiento, y digo que mientes y mentirás todaslas veces que lo pensares o lo dijeres. Y no me repliques más, que en solopensar que me aparto y retiro de algún peligro, especialmente d’este, queparece que lleva algún es no es de sombra de miedo, estoy ya para quedarme, ypara aguardar aquí solo, no solamente a la Santa Hermandad que dices y temes,sino a los hermanos de los doce tribus de Israel, y a los siete Macabeos, y aCástor y a Pólux, y aun a todos los hermanos y hermandades que hay en el mundo.


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Los deseos que yo tengo –respondió don Quijote– son de serviros; tanto, que tenía determinado de no salir d’estas sierras hasta hallaros y saber de vos si el dolor que en la extrañeza de vuestra vida mostráis tener se podía hallar algún género de remedio; y si fuera menester buscarle, buscarle con la diligencia posible. Y cuando vuestra desventura fuera de aquellas que tienen cerradas las puertas a todo género de consuelo, pensaba ayudaros a llorarla y plañirla como mejor pudiera, que todavía es consuelo enlas desgracias hallar quien se duela d’ellas. Y si es que mi buen intentomerece ser agradecido con algún género de cortesía, yo os suplico, señor, porla mucha que veo que en vos se encierra, y juntamente os conjuro por la cosa queen esta vida más habéis amado o amáis, que me digáis quién sois y la causa queos ha traído a vivir y a morir entre estas soledades como bruto animal, puesmoráis entre ellos tan ajeno de vos mismo cual lo muestra vuestro traje ypersona. Y juro –añadió don Quijote–, por la orden de caballería que recebí,aunque indigno y pecador, y por la profesión de caballero andante, que si enesto, señor, me complacéis, de serviros con las veras a que me obliga el serquien soy: ora remediando vuestra desgracia, si tiene remedio,ora ayudándoos allorarla, como os lo he prometido.

seleccionado por ALEJANDRO LÓPEZ-BERMEJO

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