016
Compartían el techo, que era el cielo.
Compartían el aire, que era escaso.
Como un olor a música apagada,
como un sonido a vela perfumada,
como el amarillo de una sonrisa escondida,
como el golpe de una mirada prohibida.
Es y será el amor de su vida.
Es y será el dolor de su alma.
Cuando la lágrima salía seca,
cuando la risa salía muda,
cuando la sangre salía mucha,
cuando la mujer quedaba muerta.
Alejandro Rodríguez
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