lunes, 19 de diciembre de 2011

POR PRINCIPIOS L


Tengo que intentar escribir cuatro palabras
para no volverme loco, y caer en la depresión de un mundo artificial, sin
ideales, hechizado por el dinero. Donde la suerte es vital. Donde dioses de
carne y hueso, en su marcha implacable sentenciada por la avaricia, someten
humanos y destruyen la naturaleza, ven desde el sofá guerras en nombre de la
paz, creadas por ellos y su interés. Donde familias en barrios modestos, sudan
sangre para llegar a fin de mes. Donde las leyes favorecen a los ya
favorecidos, y los que deben luchar, obedecen por miedo a perder lo poco que
tienen. Donde altos cargos se eligen a dedo, y dan un desmesurado sueldo
vitalicio por 4 años de trabajo mal hecho. Donde mentes brillantes dicen
conocer el universo y la verdad con sus formulas matemáticas, pero no consiguen
sacar la codicia de los corazones. Donde prensa sensacionalista, dedica 10
minutos en contar una catástrofe con 100 muertos, y repite durante una semana
la muerte de un famoso. Entonces, cuando pienso en todo esto escribo, me evado
a lugares imaginarios y vuelo mis recuerdos, vuelo un verano caluroso, sin
preocupaciones, vuelo fuera de esta boina gris, allí donde si se ven las
estrellas y no soy preso del reloj. Fuera de la hipocresía autista que nos
define, en este mundo de empresarios y explotados. De las prisas
injustificadas, del amor efímero y reciclable. Desde aquí veo ajena la crisis
existencial diaria, los sueños rotos pisados por la rutina.
Se me escapa una sonrisa, hasta que llega
el invierno y emigro a la realidad. La frontera entre la esperanza y el frío.
Entre lo que tengo y lo que espero.


“Así que se fuerte o se inteligente pero se algo en la tierra
Y ten en mente un escondite por si empieza la guerra” Kase o.


Andrés Carrasco

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