viernes, 2 de diciembre de 2011

POR PRINCIPIOS XXXVII

Acaba de salir el sol, Germán, y pienso en ti. Me acuerdo de
lo que te gustaba pasear en invierno mientras lucía el sol. Aunque también los
días soleados me traen malos recuerdos, ya que fue ese fatídico día cuando por
culpa de unos cafres sin sentido perdí algo muy preciado. Todo lo que ocurría a
mi alrededor parecía no existir, como si estuviera en una burbuja, fue un
momento que me marcaría para el resto de mi vida. Después de lo ocurrido,
inmediatamente pedí ayuda no sabía qué hacer estaba paralizado de cuerpo
entero.
De este hecho me acuerdo todos los días de mi vida, pero
sobre todo los días soleados en invierno. Germán y yo solíamos hacer millones
de cosas juntos éramos inseparables, la gente decía que parecíamos hermanos.
Aquel día que se me quedaría marcado para siempre fue un 13
de enero, como otro cualquier 13 de enero yo paseaba al lado de Germán,
hablando de todo lo ocurrido en las navidades. Íbamos tan enfrascados en la
conversación que no nos dimos cuenta de que íbamos por una zona muy transitada
por bicicletas, monopatines y por gente que hacía ejercicio. Y fue justo en ese
preciso momento que Germán me miró para dirigirse a mí cuando ocurrió lo peor.
Nos robaron los pasaportes para viajar al país de Germán, pero lo peor no fue
el robo, el hecho que me marcó fue cuando los padres de Germán, mi mejor amigo,
decidieron irse a vivir fuera de España por lo ocurrido aquel día 13. Esa
decisión fue uno de los momentos más duros de toda mi vida.
Aún así me sigo acordando mucho de mi amigo Germán, de hecho
nos seguimos hablando a través de los e-mail, incluso hay veces que nos
llegamos a ver vía web cam.
Aquel 13 de enero me caló muy hondo y espero que no me
vuelva a suceder nada parecido.

JOSE DANIEL ABAN

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