_ Venía, pues, como se ha
dicho, don Quijote contra el cauto vizcaíno con la espada en alto, con
determinación de abrirle por medio, y el vizcaíno le aguardaba asimismo
levantada la espada y aforrado con su almohada, y todos los circunstantes
estaban temerosos y colgados de lo que había de suceder de aquellos tamaños
golpes con que se amenazaban; y la señora del coche y las demás criadas suyas
estaban haciendo mil votos y ofrecimientos a todas las imágenes y casas de
devoción de España, porque Dios librase a su escudero y a ellas de aquel tan
grande peligro en que se hallaban.
selección de SILVIA BONILLA
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