viernes, 3 de febrero de 2012

QUIJOTIZANDO EL SIGLO, II



Don Quijote de la Mancha y Sancho Panza en Madrid.

En
un lugar de Madrid de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha más de una semana
vino a esta hermosa ciudad un hidalgo de los de lanza y astillero, adarga
antigua, rocín flaco y galgo corredor. Apareció en la Puerta del Sol, tras
poner en marcha una máquina del tiempo que el Gobierno mandó construir para
volver atrás, para no cometer ningún fallo, para no volver a entrar en ninguna
crisis económica. Al mirar a su alrededor se quedó bastante asustado. Pidió a
los científicos que o bien le devolvieran al lugar de origen o que su amigo
Sancho Panza le acompañara en esta “aventura”. El científico le comentó que no
podía llevarle a su tierra natal, ya que hubo un problema y la máquina no
volvía al pasado sino que traía gente del pasado. Tras este fracaso, dejaron a
sus anchas a Don Quijote y Sancho, como si fueran dos personas más que trabajan
en la calle para ganar algo de dinero disfrazándose, como muchas personas que
hay en la Puerta del Sol. La verdad es que a la gente les gustó, se llevaron su
dinero gracias a sus ropas. Don Quijote desesperado no sabía qué era eso
redondo que la gente le daba y lo que no entendía eran esos trapos que llevaba
la gente para vestir. Además en la Puerta del Sol había una pequeña
manifestación con pitadas y ruido de tambores, algo que nosotros estamos
acostumbrados, pero Rocinante no, así que asustado salió corriendo hacia la
calle Alcalá. Hasta que se encontró con la Puerta de Alcalá, que al verla con
los arcos pasó como si le estuvieran esperando después de una batalla y entrando
en castillo triunfante, con la
diferencia que el único triunfo que se llevó fue que casi le atropellan, ya que
iba por el medio de la carretera y en plena hora punta. Pero esto no fue nada
para lo que hizo después de cruzar la Puerta de Alcalá. Al ver que hacia él
venían un montón de coches, don Quijote que leyó un montón de libros de
caballería, pensó que era un enorme ejército que venía hacia él, y ¡cómo no! se
puso a luchar contra ellos. Tras acabar este combate a vida o muerte, don
Quijote tras seguir su andadura por la calle Alcalá se encuentra con algo tan
visto por todos los madrileños que ya resulta hasta aburrido, nuestra estatua
de la diosa Cibeles. Él cree que es un gigante y de nuevo se pone a luchar
contra ella, con tal mala suerte que a la estatua se le rompe la mano con la
que sujeta una llave, lo que trajo consigo mucha polémica de por qué había
desaparecido la mano, ¡he aquí la historia real!. Cansado de un día tan
agotador como el que tenía, Don Quijote y Sancho Panza decidieron para un rato
a descansar. Vieron de lejos El Retiro y decidieron tumbarse en el césped del
parque. Como su aventura no pasó desapercibido, mucha gente llamó a la policía a los bomberos a todo el mundo para que
pararan ese desastre. Después de seguirles las pistas, los encontraron
tumbados, los esposaron y los llevaron al calabozo. Al encontrarse con esa
situación, los policías decidieron llevarles al psiquiátrico ya que hablaba de esa manera tan particular,
llegaron a creer incluso que era extranjero. Lo llevaron allí. Le hicieron
pruebas, y todas daban resultados excelentes, así que aquello no era normal.
Hasta que un día, uno de los científicos que colaboró en la fabricación de la
máquina del tiempo, salió en la televisión local pidiendo disculpas por lo que
estaba ocurriendo con aquella persona que estaba realizando aquellos
destrozos, ya que fueron ellos los que
dejaron a ese personaje suelto a merced de la nada. Y que estaban trabajando en
arreglar la máquina para que don Quijote y Sancho Panza volvieran a su lugar de
origen. Tras varios meses, día tras día, sin parar de trabajar lograron arreglar
la máquina del tiempo y don Quijote y Sancho Panza, después de poner patas arriba
Madrid, volvieron a Castilla la Mancha su lugar de origen.

ANA LLOPIS

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