EL AMOR QUE SE
FUE
En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no
quiero acordarme, conocí a la mujer de mis sueños, era maravillosa, dulce… en
fin, el sueño de cualquier hombre. No quiero acordarme del lugar porque a la
vez fue el día más desgraciado para mí. Hacía un día espléndido, nos conocimos
a la orilla del lago, empezamos a hablar y era como si nos conociéramos de toda
la vida, toda iba genial y estuvimos horas y horas hablando. Cuando nos
quisimos dar cuenta había oscurecido y eran las nueve de la noche, entonces le
dije que si quedábamos esta noche para salir, y me dijo que sí, y cada uno nos
fuimos a nuestra casa. Habíamos quedado a las once, por mis ansias de verla yo
había llegado al lugar acordado a las nueve y media, pero los minutos del reloj
fueron pasando y ella no aparecía, nunca una espera se me hizo tan larga.
Entonces llegó el peor momento de mi vida, oía
sirenas de bomberos, de policía, ambulancias… temiéndome lo peor me
acerqué al lugar donde estaba pasando todo, y la vi allí tendida en el suelo,
sangrando, con muchos rasguños, magullada por todos los lados, me acerqué a
ella hasta poder tocarla, le dije te quiero, y ella, antes de irse, me dedicó
su última sonrisa. Maldita carretera.
Juan Manuel Amaro
FUE
En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no
quiero acordarme, conocí a la mujer de mis sueños, era maravillosa, dulce… en
fin, el sueño de cualquier hombre. No quiero acordarme del lugar porque a la
vez fue el día más desgraciado para mí. Hacía un día espléndido, nos conocimos
a la orilla del lago, empezamos a hablar y era como si nos conociéramos de toda
la vida, toda iba genial y estuvimos horas y horas hablando. Cuando nos
quisimos dar cuenta había oscurecido y eran las nueve de la noche, entonces le
dije que si quedábamos esta noche para salir, y me dijo que sí, y cada uno nos
fuimos a nuestra casa. Habíamos quedado a las once, por mis ansias de verla yo
había llegado al lugar acordado a las nueve y media, pero los minutos del reloj
fueron pasando y ella no aparecía, nunca una espera se me hizo tan larga.
Entonces llegó el peor momento de mi vida, oía
sirenas de bomberos, de policía, ambulancias… temiéndome lo peor me
acerqué al lugar donde estaba pasando todo, y la vi allí tendida en el suelo,
sangrando, con muchos rasguños, magullada por todos los lados, me acerqué a
ella hasta poder tocarla, le dije te quiero, y ella, antes de irse, me dedicó
su última sonrisa. Maldita carretera.
Juan Manuel Amaro
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