“Tengo que intentar escribir cuatro palabras para no volverme loco y caer en la depresión. El tiempo entre estas paredes de cemento se me hace eterno y las visitas que consigo recibir son efímeras, tanto como las flores que rodean este campo de tierra. La escasa luz que entra por este insignificante agujero compuesto por unas cuantas rejas apenas me deja tener el único medio de distracción que tengo. Nunca me ha gustado escribir, pero en estos momentos es lo único que puedo hacer para evadirme de la realidad. Cómo me gustaría volver siete meses atrás. Yo no quería hacerte daño, pero no me dejaste otro remedio. Recuerdo las palabras del juez: ''Se considera al acusado culpable'' Esa frase se clavó en mí como si de un puñal se tratase. ¿Culpable de qué? ¿De quererte tanto? Fue lo mejor para los dos. Yo no te maté, nunca lo haría, tan sólo quería olvidarme de ti y de tus mentiras. Tu ausencia duele, cada noche juego con el cuchillo entre mis manos, la tentación es muy fuerte, sé que pronto caeré”.
13de Noviembre del 2004; últimas palabras del diario de Pablo.
MARÍA FERNÁNDEZ
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