miércoles, 23 de noviembre de 2011

SOBRE GUSTOS ESTÁ TODO ESCRITO VII




“El rostro aborrecible del monstruo se le antojó tan
repulsivo que casi tenía algo de exquisito. En su fealdad única, ejercía una
atracción esotérica, extraña.
Alzando otra vez la cabeza, el engendro habló con la misma voz rasposa, pero
matizada ahora de contento demencial:
- Matar perro, matar perro, matar perro.
– Remató sus palabras con un sonido que podría haber sido una carcajada.
Travis estuvo a punto de acribillarle, pero antes de que apretara el gatillo,
la risa del alienígena dio paso a lo que semejó un sollozo. Él contemplaba
hipnotizado.
Clavando sus ojos de linterna en Travis, la bestia dijo de nuevo:
- Matar perro, matar perro, matar perro.
– Pero esta vez parecía transida de dolor, como si hubiese captado la magnitud
del crimen que su constitución genética le impulsara a cometer.
A continuación, miró el estuche en donde estaba representado Mickey Mouse.
Por último, dijo suplicante:
- Matar a mí.
Travis no sabría decir si fue el furor o la compasión lo que le indujo a
apretar el gatillo y vaciar todo el cargador de la “Uzi” en el alienígena.
Lo que el hombre empezara, el hombre lo finalizó.





LAURA GARCÍA DE LA CUEVA

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