“Tengo que intentar escribir cuatro palabras para no
volverme loco y caer en la depresión”.
Cuatro palabras que podría convertir en cuatro recuerdos.
Necesito despejar mi cabeza de preocupaciones y he decidido
ordenar recuerdos. No cualquier tipo de recuerdos, sólo aquellos que consigan
arrancarme una sonrisa, como aquel día en el que el loco ejecutivo de nuestra
urbanización se paseó por el barrio mostrando su flamante coche nuevo
descapotable debajo de la lluvia, mojándose hasta los huesos mientras él
sonreía. O aquella maratón en pijama. Malditas apuestas, haciendo perder el
honor desde tiempos inmemoriales.
Mejor fue la semana en París, conversaciones incompresibles
ricas en gestos y noches enteras perdidas por sus iluminadas calles. Aún así y
por mucho que pienso no tengo ningún recuerdo tuyo, así que me reservaré mi
cuarto recuerdo, mi cuarta palabra para ti.
Silvia Bonilla
volverme loco y caer en la depresión”.
Cuatro palabras que podría convertir en cuatro recuerdos.
Necesito despejar mi cabeza de preocupaciones y he decidido
ordenar recuerdos. No cualquier tipo de recuerdos, sólo aquellos que consigan
arrancarme una sonrisa, como aquel día en el que el loco ejecutivo de nuestra
urbanización se paseó por el barrio mostrando su flamante coche nuevo
descapotable debajo de la lluvia, mojándose hasta los huesos mientras él
sonreía. O aquella maratón en pijama. Malditas apuestas, haciendo perder el
honor desde tiempos inmemoriales.
Mejor fue la semana en París, conversaciones incompresibles
ricas en gestos y noches enteras perdidas por sus iluminadas calles. Aún así y
por mucho que pienso no tengo ningún recuerdo tuyo, así que me reservaré mi
cuarto recuerdo, mi cuarta palabra para ti.
Silvia Bonilla
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