sábado, 26 de noviembre de 2011

POR PRINCIPIOS XXIV




Tengo que intentar escribir
cuatro palabras para no caer en la depresión con las notas de diciembre. Según
me contó mi amigo Antonio, las notas de todos los cursos de 1ºde la ESO se han visto reducidas a
simples cincos y en algunas casos a cuatros. Una catástrofe. Todos los chicos y
chicas de mi clase están con los nervios a flor de piel ya que se acercan las
vacaciones de Navidad y muchos de ellos se juegan los ´´Reyes`` en un simple
boletín en donde los adultos te ponen meros números del 1 al 10. Los días se
van haciendo cada vez más cortos, y la fecha estaba cada vez más cerca. La
gente se ha comenzado a poner nerviosa y rondan por los pasillos como almas
errantes. Se rumorea que hasta los listos han suspendido.¡Qué horror! Si es
verdad, todos estamos perdidos. En unos de los patios me he topado con uno de
mis mejores amigos, un chico majo que se pasa las horas de Sociales intentando
calcular la distancia que hay desde su asiento, que está al final de la clase,
hasta la primera fila para organizar pequeñas guerrillas de bolitas de papel.
Según me ha comentado, está sacando buenas notas. Imposible. Le conocía tan
bien como para jurar sobre mi paga que ese chico no tocaba los libros en su
vida. Tal vez para quitarles las arañas y el polvo. Fui, entre clase y clase, a
una aula vecina para preguntarle a una amiga mía sobre el asunto. Pero ella no
supo aclararme las dudas que tenía. No avanzaba. La incertidumbre y el pánico
se estaban volviendo muy comunes en el pasillo. Nervios, quejas, sollozos...Yo
decidí mantener la cabeza firme pasase lo que pasase aunque sabía que según se
acercaba el día, mis fuerzas iban flaqueando cada vez más. Llego el día. En los
pasillos se respiraba tensión. Era asfixiante. Sonó la sirena y todos se
metieron en sus aulas en silencio esperando al tutor. Los murmullos fueron
silenciados cuando el pomo de la puerta se abrió y entró el tutor en el aula.
Caminó los pocos pasos que le separaban de la puerta a su asiento y se sentó
dejando las notas en la mesa. Nadie se movió. -Chicos- comenzó a decir- Me han
sorprendido vuestras notas-. Silencio. -Bueno, comencemos. Pedro Ji...- empezó
a nombrar pero yo estaba pensando en mis futuros castigos. Sin reyes, sin salir
a la calle, sin paga.... -Esteban Ramírez- Me tocaba. Me incorporé de la mesa,
intentando controlar la respiración en vano. Cogí el boletín de notas y miré al
profesor. Su mirada era seria. Tragué saliva y me fui a mi asiento para ver mis
notas. Abrí el sobre y saqué el cuadernillo. Cogí aire y lo abrí:

Lengua: 8; Matemáticas:7;
Naturales: 8... Oía a mí alrededor gritos de alegría. -¡Hemos aprobado todos!-gritó
un chico. No me lo creía. Dejé mis notas y comencé a saltar con mis amigos en
la aula. El profesor, desconcertado nos miró sorprendido. –Qué chicos más
raros-dijo. A mí me dio igual ¡HABÍAMOS APROBADO EL CURSO!

CRISTINA LÓPEZ

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