Acaba de salir el sol,
Germán, y pienso en ti. En una mañana de noviembre como aquel día en el que mis
ojos se posaron en los tuyos, ¿recuerdas? ¿O fueron los tuyos en los míos?
Vale, está bien, nos gustamos mutuamente y tú me mandabas esos mensajes
encriptados todas las noches. Culpables mensajes de mis noches de insomnio… ¡No
me digas que exagero! ¿Y la puesta de sol que protagonizaban nuestros labios?
Tienes razón, una playa fabulosa para pedirme matrimonio… Aunque la cara de
nuestros padres era un poema, ja ja ja pero nos casamos, tal y como quisimos,
como te quise, como te quiero.
Germán,
se está nublando y tiene pinta de llover, como aquella vez que tuvimos aquella
discusión tan fuerte y marchaste a trabajar sin darme el beso de las mañanas.
Estoy empezando a tener frío como cuando me quedé inmóvil en esa acera tras esa
llamada que nadie desea tener. Siento miedo y mis lágrimas inundan tus ojos
verdes favoritos a causa de los recuerdos. Te traje flores de loto, como las
que tú me regalaste y como la que yo te traeré cada aniversario. Nunca me
olvides, yo nunca lo haré.
YAIZA FLORES
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